lunes, 24 de junio de 2013

El precio de la mediocridad




"No es que les paguemos los estudios, es que les pagamos por estudiar" (José Ignacio Wert, ministro de Educación)

Ya. Nosotros no os votamos para que estéis en el gobierno, os votamos para gobernar. Y sin embargo ya ves, aquí estamos, escuchando a gente que se va a quedar en la cuneta de la educación sólo porque no cumple los estándares que ni siquiera Aznar cumplió en su día (6.4). Pero la diferencia es que si hoy pasara eso a los hijos de Aznar, o de Wert, o de cualquiera de los que han votado y respaldado esta ley, no pasaría nada porque ellos pueden permitirse el estudiar y no necesitan de una beca. ¿Por qué? Porque sus papás y mamás políticas ganan bastante dinero, curiosamente pagado por los padres de los que no pueden estudiar. Gran paradoja ésta en la que vivimos. Aún así, Wert no apuesta por la mediocridad. Quien no llega no llega. Haber nacido más listo o más rico. Si no, se siente. A chuparla por los pueblos, como decía aquel. No haber sido mediocre.

Pero analicemos primero por qué esta medida. Ah sí, ya me acuerdo, por la crisis. Como otras tantas. Por la crisis por el bien del pueblo español, por los ciudadanos y ciudadanas de esta noble nación. En arras de una mejora necesaria hemos de arrancar las malas hierbas de la mediocridad, que no dejan crecer los frutos de una sociedad sana y respetable y que va a misa los domingos, como Dios en la Biblia manda (aunque el mandamiento dice exactamente: “santificarás las fiestas”, que es algo muy distinto y con lo que me siento más afín). Hemos de extirpar el cáncer de la sanidad (con perdón del oxímoron), de la educación, de los morosos, de los corruptos… Un momento. He de parar aquí. Esto no suena bien del todo. ¿El cáncer de la sanidad? ¿No fue el gobierno el que dijo que iba a sanear este país?  (http://www.pp.es/actualidad-noticia/rajoy-fija-como-prioridad-sanear-cuentas-publicas-no-incrementar-deuda_5325.html; http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/21/madrid/1371815819.html) ¿La educación? (http://cultura.elpais.com/cultura/2011/12/21/actualidad/1324422007_850215.html; http://www.periodistadigital.com/ciencia/educacion/2012/09/21/los-detalles-de-la-reforma-educativa-que-prepara-el-gobierno-rajoy.shtml) ¿Los morosos? ¿No son ellos los primeros que no han pagado el crédito que los votantes les han dado? ¿Los que les han pagado a bancos y no al pueblo? ¿Los que aún les deben promesas a los ciudadanos? Y bueno, de corruptos no hablo porque me sobran los links.

Pero no dan la cara. No admiten. No dicen “joder, la hemos cagado, pero lo estamos intentando, de verdad”. No. Hablan de herencias y de lo bien que las cosas están hechas. Y yo cuando hablo de política al final es siempre lo mismo: “No, el payaso de Zapatero; ése sí hizo bien las cosas” o “Con el país como lo han dejado, no me extraña”. Son los mensajes de nuestro gobierno. Los que hoy por hoy dicen gobernar pero a mí sólo me suena a un montón de excusas para  no hacerlo y salir ileso de ello.a ¿Y de verdad nos van a decir que los que estamos por debajo del 6.5 somos mediocres? Creo que ha quedado claro que la nota no hace la calidad.    

viernes, 22 de febrero de 2013

La teta indiscreta






Dicen que no hay preguntas indiscretas, sino respuestas comprometidas. Siguiendo esta regla de tres, no existen ventanas indiscretas sino tetas al aire. Eso es lo que me pasa a mí con mi vecina de en frente, que no sé si es ella a quien le ha dado, en un ejercicio de exhibicionismo, por enseñarme sus curvas jóvenes y desnudas, cada vez que encuentra la ocasión o si soy yo, que en un ejercicio de calentura, me da por buscarla a cortina arremangada, observándola con la misma frescura con la que ella se deja observar. Así, en ese bucle infernal, llevamos los dos viviendo desde hace meses. Y los que quedan. Que Dios le conserve las turgencias y a mí la vista.


Esto me trae a la cabeza el titular que leí el otro día en La Voz de Galicia que rezaba: “Desnudos en el museo”. Bien parecía el título porno de aquella película en la que un museo neoyorquino cobraba vida al caer la noche. Pero no, era sin más una noticia sobre la sesión nudista vivida en el museo Leopold de Viena. Aprovechando la ocasión de exponer “Hombres desnudos”, el director del museo le dijo a su mano derecha:
-Vaya puntazo sería que la peña viniera a ver los cuadros así, en pelotas. ¿A que sí?
Y acto seguido le pasó el porro.

Así fue como 300 personas se pasearon en bolas por el museo Leopold hace unos días, sintiéndose como en casa y muy mimetizados con el arte exhibido. Seguro que si esto se hubiera puesto de moda antes nos hubiéramos ahorrado algunos disgustos. Como cuando el 21 de agosto de 1911 a Vincenzo Peruggia no se le ocurrió otra cosa que robar la Mona Lisa. A ver dónde coño se la hubiera metido. Y dónde el martillo de geólogo Laszlo Todt, cuando el 21 de mayo de 1972, entró en el Vaticano y le arreó hasta quince golpes a La Piedad de Miguel Ángel al grito de: “Yo soy Jesucristo y he regresado de la muerte”. Pues hubiera sido imposible. Y eso mismo es lo que el director cachondo del Leopold estaría pensando justo al tener tan brillante iniciativa. Estoy seguro.

Pero en fin. Yo soy poco de museos y más de cine. Será por eso que voy a parodiar la de Hitchcock y seguiré echándole un ojo a la vecina que a ventana indiscreta, teta al aire. 

jueves, 21 de febrero de 2013

Las consecuencias de ser inconsecuente




Es complicado ser rico y hablar de pobreza. Eso creo que ha quedado claro desde hace mucho tiempo. Yo siempre he defendido que bueno, que hay gente que se lo curra y usa su tiempo libre para dar la cara y traer la atención de los medios, en vez de dedicarse a estrellar coches contra farolas o a raparse la cabeza. Si George Clooney tiene una casa en Italia del tamaño de un estadio de fútbol pero luego va y monta un pollo del carajo para que la gente hable un poco de lo que está pasando y sigue ocurriendo, pese a que los medios se hayan cansado de hablar de ello, en Sudán, pues mira, tiene su mérito. Este señor no necesita fama ni dinero con lo que si hace esas cosas ha de ser porque de verdad le interesa algo, digo yo. ¿Es consecuente su mensaje? Pues no lo sé. Pero es útil. Porque ya nos ves, a ti a mí, hablando a lo tonto de que en Sudán están jodidos. Y seguro que sabes que es concretamente en Darfur.

Bardem es, como muchos españoles, pro-Palestino. No voy a hablar de Israel-Palestina como si fuera un Madrid-Barça. Hay demasiados matices que analizar sobre dos países que están violando muchos derechos humanos y humanitarios a diario, incluyendo alguna convención que otra. Pero hablo de Bardem que se ha llevado a la famosa Pe a tener a su niño a un hospital judío, aunque apoya a los palestinos. O eso ha dicho el infame y famoso alcalde de Valladolid, mostrando una vez más su estupidez e ignorancia. No porque Bardem haya sido más o menos consecuente, sino porque pensar que Israel y judío son la misma cosa es tan absurdo como pensar que Bosnia y musulmán es lo mismo. Y ambas afirmaciones han traído algún que otro disgusto ya a la mesa de la historia contemporánea.
Pero este personaje, imputado en varios casos de corrupción urbanística, tiene la desfachatez no de criticar a nadie, sino además de hacerlo mal, como casi siempre que abre la boca. Y si no que se lo pregunten a Pajín y a sus morritos de oro.

El caso es que tras la gala de los Goya ha habido repaso. Han sacado las espadas de cortar cabezas por aquellos que han abierto la boca contra el sistema. ¿Por qué? Pues porque ellos reciben subvenciones y porque van vestidos de Dior. ¿Y quiénes los han criticado? ¿Otros actores que no ha tenido subvenciones? No. ¿Los desahuciados que no se han visto representados por un colectivo que ha hecho, sin necesidad, de su fiesta una reivindicación por el pueblo? No.  ¿Entonces quién? Lo han hecho los políticos y sus secuaces. Los políticos que son los únicos que son pagados para dar ejemplo y no lo dan, apuntan a los actores que están para lo que están y aún así se meten en embolaos innecesarios. Que hablan de subvenciones cuando ellos se subvencionan a base de sobre y sobresueldo. Los políticos que hablan de lo innecesario que es el cine pero que se mofan del pueblo rescatando bancos que luego rescatan clubs de fútbol. Los políticos que dicen que el maltratar a los animales hace a las personas más inhumanas justo antes de aprobar la ley de apoyo a la tauromaquia. Los políticos que no tienen cojones, ninguno, de sacar el país adelante, van y se meten con los actores, que más o menos chusma, mejor o peor pagados, más o menos aprovechados del sistema, no han sido votados para representarnos, sino para entretenernos y al menos hacen su y trabajo y algunos de puta madre. Más de lo que se puede decir de la mayoría de los políticos españoles.  

Pero no todo es malo. Los políticos han criticado que Maribel Verdú iba vestida de un modisto extranjero y eso, tú ves, ellos no lo hacen. O al menos Camps, que los traje se los hacen en España.

miércoles, 20 de febrero de 2013

¡He ido a Harvard, joder!





Anoche fue una noche de Guinness. No de récord, sino de pintas. En un escenario tan variopinto como el que siempre ofrece la ciudad de Galway, al caer la tarde, quedé con un viejo amigo de batallas académicas que, por cosas de la vida pasó de ser auxiliar de enfermería a estudiar derechos humanos y ahora, por estas aventuras cíclicas que nos trae el tiempo, ha vuelto al hospital en el que estuvo antes trabajando, durante la friolera de seis años.

Sintiendo la espuma de la cerveza en el bigote, al propinarle el primer trago, no soy capaz de quitármela estático, perplejo y maravillado por la divertida historia que me cuenta. Poniéndolo en sus palabras, vendría a ser el relato más o menos así:
-Estaba trabajando, en la planta de rayo, y me llaman -me dice-. Oye que Mary McLillan está lista. Básicamente Antonio, para que lo entiendas -sabe que a mí ciertas cosas hay que explicármelas como si tuviera tres años– lo que le hacen es meterle una polla de plástico, un consolador, vamos, pero que no vibra. Lo cubren con una especie de condoncillo y se lo meten del tirón. Cuando terminan, me lo pasan a mí y me toca limpiarlo. Le quito el condoncillo, y ahí que le doy, lavando la polla de plástico, para arriba y apara abajo -hace los gestos y parece que estuviera cascándosela a un pene imaginario- y pensando, joder, hay que ver cómo he terminado. Antonio, ¡he ido a Harvard, joder! ¡A Harvard! -exclama con las manos levantada, descojonado- Y fíjate, lavando vibradores en un hospital en Galway.

No pude más que reírme ante una situación que no tiene nada de gracioso, por lo que esconde detrás. Y mi amigo, que es tan salao que parece andaluz, acaba la historia diciéndome:
-¿Pero sabes qué es lo más grande de todo esto?
-No. Dime.
-Que no pasa nada. Que todo está de puta madre. Que estoy limpiando pollas de plástico pero estoy de puta madre.

Y pensé que eso dice mucho de esa personalidad que le ha llevado por mil y un rincones a lo largo y ancho del mundo, haciendo proyectos increíbles y conociendo a gente con la que veo en el Facebook que se codea a menudo, poniéndose al día e interesándose de unos y de otros. Y me lo imagino contando la historia de cómo limpia los asépticos consoladores pensando en su tiempo sentado en un despacho de la archiconocida universidad estadounidense.

Le dije que escribiría sobre ello en el tren de vuelta a Dublín. Él me dijo que lo que quiere hacer algún día es un monólogo sobre esto y otras mil historias que tiene que contar sobre bomberos rescatando a monitores de campamento de un congelador, estafadores de la mafia ucraniana y contrabandistas compartiendo casa con él, sin ni siquiera saberlo. Da de sí la vida del chaval, da de sí. Y lo que queda por dar.

Me da por pensar que lo de mi amigo sí que es una fuga de cerebros; a Yoga Berrocal se le fugó el suyo hace tiempo, desempleado.

lunes, 18 de febrero de 2013

Preguntas con truco




Cuando mi hermano hizo la prueba de acceso para entrar en la E.G.B. -ya pieza de museo del recuerdo- el director del colegio San Viator, en la Plaza Elíptica de Madrid, fue a hablar con mis padres y les dijo que estaban encantados de admitirle. No era de extrañar, considerando que con tres años, mi hermano se sabía los ríos de España y corregía la gramática de los mayores al hablar.
Cuando años más tarde yo hice las pruebas de acceso para entrar en el mismo colegio, el director fue a hablar con mis padres y les dijo que la única razón por la que me admitían era porque mi hermano estaba en el centro. No me tocó la mejor parte a la hora de repartir, en esto de la inteligencia.

Con el paso del tiempo, pude disimular mis carencias con doble de esfuerzo, pero había pensamientos que siempre me perseguían y que me a veces no me dejaban descansar en mi inocencia de niño tonto. Recuerdo especialmente cuando Don Alberto, un cura famélico con rostro de querubín, nos hablaba del Juicio Final. Siendo un niño y no muy espabilado, es de imaginar y comprender, que la idea de un Juicio Final, allí en las nubes, con un Dios todopoderoso, sentado en su trono, con sus barbas blancas y su voz atronadora, tipo Zeus, daba mucho miedo. “Os preguntará si habéis sido buenos”, decía Don Alberto en un tono dulce, pero dejando caer el mensaje como si fuera una loza de proporciones eternas. “¿Qué le vais a contestar?” Y se nos quedaba mirando como preguntando ¿Eh? ¿Eh? Venga, decidme, listos, con la panda de pequeños cabrones que estáis hechos, que no paráis de dar por culo en clase, ¿qué vais a decir cuando nada más y nada menos que Dios os pregunte por las notas de comportamiento? Y claro, al decirnos esto, el silencio se convertía en una manta de lana gorda en la que nos escondíamos todos hasta que sonaba el timbre del recreo.

En aquella época me aterrorizaban las paradojas. Y aquella pregunta del enjuto sacerdote sin duda representaba una paradoja infranqueable, que nunca me atreví a cuestionarle, pero que ahora, a estas alturas de la película, lanzo sin más pretensiones que demostrar que a veces la religión es el lobo de Caperucita, que mucho a dónde vas, mucho interés por tu vida, pero que lo único que quiere es comernos de un bocado.
El caso es que crecer en la religión católica es un mar de confusiones para un niño tonto. Primero te dicen que Dios es Amor. Y tú un pecador. Desde que naces. Jesús murió por tus pecados pero lo hizo antes de que yo pudiera pecar, porque no existía. Pero bueno, se lo agradezco, porque dio su vida por mis futuros extravíos. Pero al mismo tiempo me dicen que al nacer, nazco con pecado. Siendo un bebé, sin intenciones ni  deseos por la vecina del quinto, ni envidia por cómo Iván siempre mete goles y le eligen primero al hacer equipos, y sin ni siquiera culpa por no ir a misa los domingos. Pero nazco con pecado. El pecado original le llaman. Por una historia con una manzana que por lo visto hasta la Iglesia reconoce que no es más que un cuento, una alegoría. Pero que a muchas familias les cuesta una pasta al tener que invitar a amigos y familiares al bautizar a ese bebé que no se entera de nada (algo que me lo discutiría Platón, si anduviera por aquí), pero que ya está en pecado. Y si nazco con ese pecado, por herencia, que ya podría haber heredado un apartamento en Cádiz, cerquita del mar, si nazco pecador, ¿qué quiere decir? ¿Qué Jesucristo no hizo bien su trabajo? ¿O que el crédito de perdonar pecados se acababa  a los 1.500 años?

Pero la paradoja que me aterrorizaba no era esa. A mí lo que me acojonaba era ese Juicio Final. Ese Dios es Amor y tú eres un pecador desde que naces. Y esa pregunta de “¿has sido bueno?” Porque claro, si eres un pecador siendo bebé, imagina cuando empiezas a crecer, cuando te quedas con la vuelta de los mandados, para comprar cromos; cuando no le das a tus padres el examen de mates, para que no vean el suspenso; cuando dices que no tienes deberes para poder ver los dibujos y ya ni te hablo -siendo un niño, tardé mucho en pensar en eso-, cuando descubres que las niñas no son criaturas raras, casi de otro planeta, sino seres que huelen siempre a colonia de baño, van muy bien peinadas y cuando te hablan o te miran, se te revuelve el estómago, no como cuando estás malo sino bien, de buen rollo.
Entonces, siendo pecador, si Dios te pregunta ¿has sido bueno? ¿Cómo cojones vas a poder decirle que sí? Te va a pillar fijo. Con todas las pistas que te ha ido dando, ¿cómo de pronto le vas a poder decir “pues mira, la verdad es que soy de lo mejorcito”. Y este pensamiento me dejaba desolado, porque las opciones no eran muy agradables, teniendo en cuenta que el infierno era un sitio de mierda donde sólo había cadenas, hogueras de azufre y gemidos de dolor y angustia. Y encima ¡para toda la eternidad! No sé quién se inventó este sitio, pero quien lo hiciera, no podía ser buena persona. No se puede uno inventar un sitio tan chungo y luego ser un cachondo con el que te gustaría ir de copas. Imposible.

Ya hay poco gente que piensa que soy tonto. O no muchos. O por lo menos que yo sepa. He aprendido a disimularlo bien. Pero lo cierto es que esta paradoja, si ya no me quita el sueño, sigo sin comprenderla. Pero cuando me muera, si lo de la historia del Juicio Final, por estas cosas que tiene la vida, que a veces parece una de esas películas en la que no te esperas el desenlace, resulta que hay un Dios y te pregunta el dichoso “¿has sido bueno?” Voy a volver a mi niñez, a ese enano tonto pero sincero y voy a contestar: “hombre, si tú eres el modelo de amor, tú que has extinguido generaciones a base de diluvios y fuego; que nos has puesto aquí sin un puto libro de instrucciones diciendo de qué va esto; que dejaste que humillaran y mataran a tu hijo, por mucho que lo trajeras de vuelta; que pusiste la primera piedra de lo que se ha convertido en un lupanar de odios, muertes y abusos durante siglos, en un tipo que ya de primera te negó tres veces (que luego el tonto soy yo); que has dejado que hagan cosas horribles en tu nombre; y que encima todo lo justificas culpándonos por nuestro libre albedrío y tú, siendo todo poderoso y todo misericordioso y todo Amor, te has mantenido al margen. Si éste es el baremo, la vara de medir, ya te digo que sí, que soy cojonudo. Tonto, muy cabrón, le he dado varias vueltas al marcador de los mandamientos, hace una década que ni piso una iglesia y mi fe, es más pequeña que la espinilla de una chinche. Pero yo no le pido a la gente que haga cosas por mí sin ni siquiera saber si existo. Porque lo que tú llamas virtud, yo lo llamo una putada y una coartada en la que llevan guerras y odios, excusándose y resguardándose durante siglos y siglos. ¿He sido bueno? Posiblemente para ti y los que te crearon, si no al revés, no. Soy de lo peor. Pero pregunta por ahí. A los que me vieron, a los que me conocieron. A los que se preocuparon en pasar algún tiempo conmigo. Lo mismo te llevas una sorpresa”.       

viernes, 1 de febrero de 2013

Ahora que vamos despacio



¡Joder cómo está el patio! ¿Quién quiere tele cuando ahora mismo lo que mola es seguir las noticias por Internet? A escándalo por minuto, no hay prensa que siga esto, ni cámara con batería que aguante el ritmo. Bárcenas ha conseguido lo que nadie ha conseguido antes en la historia de la España moderna: que la gente pase del clásico. Son buenas noticias pero a un precio demasiado caro. Y el tsunami parece que no acaba más que empezar, por mucho que unos juren y perjuren que todo es mentira y todo va bien y digan “¿no os acordáis de cómo le quitaron el gobierno a Rajoy la última vez, con bombas etarras camufladas con acento árabe y tufo de conspiración aún no aclarado (¿no aclarado por quién?)?”. Al final va a ser que Rajoy lo que tiene es mala suerte y España para él es como el anillo de Tolkien: preciosa, deseada y perseguida, pero mejor destruirla, no vaya a ser que caiga en las manos equivocadas.

Vaya plétora de chorizos ha cosechado la presidencia de este país. No se salva ni uno. Quizás Suarez, pero quién sabe, en aquella época estábamos agilipollados y no nos enterábamos de nada. Ahora no se perdona ni un suspiro mal dado y mucho menos a un pobre diablo que lo que ha hecho desde que ha entrado en el poder ha sido empobrecer realidades, eliminar presentes y oscurecer futuros. No se puede llevar todo el mérito porque ya Mr. Bean le dijo antes en qué escala iban a tocar este réquiem: en Mi mayor. Todo para mí y nada para el resto. Así nos luce el pelo. Se han olvidado de nosotros, como siempre. La fuerza de nuestra presencia se pierde al meter el sobre por la ranura de las urnas. Es como a muchos se les va el amor con el esperma y los besos con el último empujón.

Pero hemos de reconocer que la clase política nunca ha estado más unida que ahora. ¿Dónde están las feroces garras de la oposición destripando a la presa tocada, malherida, vulnerable? En la profesión donde parece que sólo se hace leña de los árboles caídos, de pronto resulta que nadie dice nada, ni siquiera Izquierda Unida o la siempre al quite Rosa Díez. No salen en los periódicos que por cierto son los que están moviendo la batuta del escarnio, cada cual barriendo para casa y por supuesto provocando los comentarios pertinentes: “ya está el grupo tal y cual haciendo de las suyas”. Pues lo siento pero de ésta no salva al PP nadie, como en su día tampoco se salvó Mr. Bean.

Estoy hasta las pelotas de que me tomen por gilipollas. Esto es como lo de tener una madre fea. La llamo fea yo, pero como tú digas algo de mi madre te parto la cara. Pues lo mismo con los imbéciles estos. Yo seré gilipollas, pero no serán estos aficionados a la política los que van a determinar esto. Ya está bien. Vamos a dejarnos de partidos y sandeces y decirles a estos payasos (con todo el respeto a la profesión), que se vayan a quedarse con su puta madre, que nosotros ya tenemos bastante con pagar alquiler, llegar al final de mes, intentar no perder la casa, encontrar un curro y darle a nuestros hijos una educación y sanidad decente.

Es hora de remangarse las mangas. No podemos esperar nada de ninguno de los que dicen representarnos. La democracia es cosa del pueblo, de la gente y es hora de que vuelva a sus orígenes epistemológicos. A coger riendas y mandar mensajes como los de El Roto: con dibujitos que o si no, no se enteran.      

domingo, 13 de enero de 2013

Pakistán está de moda



En el último mes parece que el mundo se empeña en recordarme que nunca terminé la historia de mi viaje e Pakistán. Mirando el blog he visto que no llegué a contar cómo al final pude dar una vuelta, beber unas cuantas de cervezas, conseguí semillas para mi amigos Ramón y Cristina y me ofrecieron polen pakistaní, que no pude aceptar porque tenía que coger un avión a las pocas horas de la generosa ofrenda.

Dejé el país con más pena que gloria (pena por lo visto, por lo que no pude retratar, por lo que no pude conocer, por lo que me gustaría haber hecho y no pude, por el tiempo que me faltó para devorar aquellas calles como era debido) y con un policía en la aduana diciéndome que me parecía a Tom Cruise, pero con barba.
- ¿A Tom Cruise? -pregunté extrañado. -No será ni por el dinero en la cuenta bancaria ni por lo loco que estoy -le dije.
A lo cual el policía sonrió y me dijo:
-¿Estás seguro?
No sé si se refería a lo del dinero o a lo de la locura, pero lo dejé estar y seguí mi camino hacia la zona de embarque, donde me ofrecieron quedarme en la sala VIP si soltaba algo de dinero al que guardaba la entrada. ¿Hay algo que no se pueda comprar en este país? Muchas cosas, imagino, pero no en un aeropuerto.

El caso es que el otro día vi la peli que habla de cómo pillaron a Bin Ladem (propaganda de cojones, d ela cual hablaré en otro momento). Todo sucede en Pakistán. Últimamente han matado a un centenar de personas en Pakistán y las oficinas de mi organización se han visto obligadas a cerrar por seguridad. Y ayer vi una película basada en una interesante novela llamada Midnight’s Children, que habla de las guerras entre Pakistán y la India. Hoy por hoy, a 13 de enero del 2013, desgraciadamente esta fricción entre países vuelve a ser actualidad y las dos naciones andan de nuevo a tiros en Cachemira, zona de conflicto desde hace décadas y de donde vienen esas cabras jugosas de lana con las que se tejen prendas que compramos en Europa por una pasta.

No quiero cerrar el capítulo de Pakistán con este escrito, sólo quiero recoger esta fiebre pakistaní que me persigue desde que estuve allí y que parece no me va a dejar descansar durante un tiempo. Y aprovecho este espacio para motivar a algunos a que lean y se interesen un poco más en aprender sobre este país porque tiene mucho que decir y mucho que enseñar. Para lo bueno y para lo no tan bueno. 
Lo que me parece curioso es que, mientras que en El Mundo ponen a Pakistán como malo en este renovado altercado (o así lo retrata alguien desde la capital hindú), en la BBC al menos intentan enfocar la noticia desde otro punto de vista, nombrando lo que incluso en la India están diciendo algunos medios de comunicación. Pero bueno esto sería entrar en otro debate, el cual quizás merezca la pena abordar pronto.

Intentaré desperezarme de esta desidia de entretiempos y volver esta url más activa. Hay muchas cosas que decir y quizás estos tiempos merezcan que me vuelva a cubrir con piel de oso, ahora que llega el frío.